Y volví para atrás como en las hojas de un libro. Volví a interesarme en su vida. Me había olvidado cuanto lo quería y lo lindo que era hablar de esas cosas sin sentido. No tiene mucha lógica que me veas hoy escribiendo acá sobre él, pero ciertas ganas llegaron a mi y es evidente que no puedo callarme nada de lo que me pasa.
Me acorde cuando el mundo giraba a su alrededor, me sentía insoportable, pero era feliz porque sabia que iba a estar ahí para lo que sea. (Sí, incluso sabiendo que vive en una nube de pocas ideas) Me llevaba más allá de todos y me hacia volar en ciertos sentidos.
Era tan confortante saber que iba a verlo. Simplemente esperaba ese día para que me de ese abrazo tan fuerte que solo él sabe dar. Esperaba llevarme esa sorpresa que ya no era tan sorpresa, y voltear y que esté ahí, con los brazos abiertos para sentirlo.
Era absolutamente alentadora su mirada y su voz que siempre tubo ese tono tan alegre. Me gustaría poder irme un poquito más atrás y volverlo a vivir con cada detalle.
Me acuerdo de esa primer noche, y de mi mal estado, y me acuerdo de la segunda. Y del comienzo de mi obsesión. Me acuerdo de las primeras palabras, los apodos, y las peleas.
Me acuerdo de cada segundo compartido porque no era cualquiera, era especial. Me acuerdo de cada canción dedicada, de cada grito y cada situación de nervios previos.
Me acuerdo de esas dedicaciones, esas promesas que nunca se cumplieron y esos momentos vergonzosos.
Fue una etapa bastante complicada y a la vez linda. Me sentía frustrada pero acompañada. Me sentía dolida y a la vez feliz porque sabia que a pesar de todo lo que pase, iba a seguir ahí con su abrazo y su voz, como siempre.