Muere, cada pedazo de mi, cada pedazo de vos. Muere cada frase, cada canción, cada minuto. Muere de a poco, pero lo hace, muere dejando huella, marca, herida o como quieras llamarlo. Muere cada parte que era tuya, tuya y solo tuya. Muere lo que quería, lo que no tenía que morir jamás. Me deja, así como si nada. Se aleja para hacerme bien (o mal). Cambia de cuerpo, se re-instala, cambia aunque no quería cambiar, y otra vez me hago la pregunta y ansío saber si estará conforme. Cantando bajito ese tema que nosotros sabemos, se fue, lento pero seguro. Fue a morir en otro alma, fue a dejarte sin respiración para que no lo sufras con anticipación.
Voló y pasó, dejó su sonrisa marcada en mi y en vos. Vivió lo más lindo, superó momentos y quiso cortar esa cinta en su tope más alto. Cayó, quizá fuerte, quizá duro, pero no tanto para morir al instante. ¿Sabes de lo que te hablo? yo creo que si. Es lo más simple, si leyeras, y prestaras la atención que nunca prestaste, seguro entenderías cada palabra, y cada sentimiento que se esconde detrás de ella. Más que cualquiera, sabes que lo que hizo, no lo haría nadie. Que más de lo que te escuchó, y aconsejó, no lo hizo nadie. Que más de lo que te quiso, MÁS?, no lo hace nadie. Porque los meses, los días, y las horas estaban contados, porque sintió, jugó y perdió. Gritó y lloró, y sabes como lloró. Habló, (de más, pero habló) te dijo lo que querías escuchar, se la jugó, aun sabiendo que no tenía una sola ficha a su favor, ¿Consiguió? solo esa felicidad que viene en bolsitas pequeñas, vos sabes, odio que sepas todo tan bien, que quizá ahora estés leyendo y sabiendo que es para vos, y que mañana vas a olvidarlo, yo lo se, y no me importa. Porque ya dije, murió, murió la pendeja que las pasó todas y sigue escribiendo sin razón.